viernes, 14 de agosto de 2009

La procesión va por dentro, no hecha de muchos seres, sino de muchas yo, repetidas hasta el cansancio y, sin embargo, diferentes; yo llorando, yo gritando, yo rogando, yo riendo, yo iluminada, yo triste, yo rota, yo perdida en un espiral sin principio ni fin. Y estas imágenes de mí, alimentadas con mis horas y mi sangre, son las que me conducen por la vida; un paso adelante, un paso atrás, un paso adentro. Estoy quieta sentada frente a la ventana, las manos sobre el regazo… y, sin embargo, por dentro corro, me canso, me rebelo, me encabrito, caigo, me hundo, me levanto. Por fuera sigue sucediendo las cosas de todos los días: te vas, dejándome un beso fugaz en la mejilla, te vas apurado por que el no nos podía ver. Y me quedo pensando, pensando que hubiera querido decirte algo, no se que, hacerte un comentario tonto de este mundo domestico que se queda conmigo. Pero el, simplemente no nos lo permite.
Me encrespo, tengo rabia, quiero gritar, gritar… pero callo y oculto mi tormento. Mi angustia se estallaría contra vos, y no te lo mereces para nada. Seria como golpear a alguien que esta dormido.
Y vuelvo al principio de la historia. Tendré que arrancarte de todas esas yo repetidas y sin embargo diferentes que me transitan; tendré que arrancarte de la enamorada, de la que llora, de la que ríe, de la que grita, de la que ruega, de la iluminada, y de la que mas resistencia ofrecerá; esa yo rota, desencantada, despedazada y sola que te quiere y espera con ansias ese regreso tuyo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario